JESUCRISTO, O ES HIJO DE DIOS O EN VANO ES CREER EN ÉL

Autor artículo: 
Lewis, C. S.

Fragmento de la obra Mero Cristianismo, escrita por C.S. Lewis en 1952:

«Entonces viene lo verdaderamente asombroso. Entre estos judíos de repente se presenta un hombre que dice que es Dios, que puede perdonar los pecados. Dice que siempre ha existido. Que vendrá a juzgar al mundo al final de los tiempos. Entendamos esto con toda claridad. Entre los panteístas, al igual que entre los hindúes, cualquiera puede decir que es parte de Dios: no está diciendo nada raro. Pero este hombre, siendo como era judío, no podía referirse a esa clase de Dios. En su lenguaje, Dios quiere decir un ser aparte del mundo que El hizo, un ser infinitamente diferente de cualquiera otra cosa. Y cuando se logra captar tal cosa, se verá que lo que este hombre decía era sencillamente lo más asombroso que nunca antes hubieran pronunciado labios humanos.

Una parte de esta afirmación tiende a escaparse de nuestra atención porque la hemos oído con tanta frecuencia que ya casi no le vernos su importancia. Me refiero al perdón de los pecados; de cualesquiera pecados. A menos que quien esté hablando sea Dios, esta afirmación es absurda, tan desproporcionada que da risa. Podemos entender que un hombre perdone ofensas que se le hayan hecho. Me das un pisotón y te perdono; me robas el dinero y te perdono. ¿Pero qué diríamos de un hombre a quien nada de esto le haya pasado y que anuncia que perdona el que otro hombre haya sido pisoteado y haya sido robado? Fatuidad asnal es el término menos duro que usaríamos para describir su manera de proceder. Sin embargo esto fue lo que Jesús hizo. Les dijo a la gente que sus pecados eran perdonados, y nunca esperaba que se consultara a los que indudablemente habían sido perjudicados por tales pecados. Sin vacilar se comportaba como si El fuera la parte más afectada, la persona ofendida con todas las ofensas. Esto tiene sentido si El realmente era el Dios cuyas leyes son quebrantadas y cuyo amor es herido por cada pecado. En labios de cualquiera que no sea Dios estas palabras sólo podríamos considerarlas como una necedad y una fantasía sin paralelo en la historia de la humanidad.

Sin embargo (y esto es lo extraño y significativo) aun sus enemigos, cuando leen los Evangelios, por lo general no sacan la impresión de que Jesús fuera un necio y un fatuo. Mucho menos los lectores libres de prejuicios. Cristo dice que El es «manso y humilde» y nosotros le creemos, y no notamos que, si El fuera un simple hombre, la mansedumbre y la humildad son las características que menos atribuiríamos a algunos de sus dichos.

Estamos tratando aquí de evitar que alguien diga la mayor de las tonterías que a menudo se han dicho en cuanto a El: «Estoy dispuesto a aceptar a Jesús como un gran maestro de moral, pero no acepto su afirmación de que era Dios». Esto es algo que no deberíamos decir. El hombre que sin ser más que hombre haya dicho la clase de cosas que Jesús dijo, no es un gran moralista. Bien es un lunático que está al mismo nivel del que dice que es un huevo escalfado o el diablo del infierno. Puedes hacer tu elección. O bien este hombre era, y es el Hijo de Dios; o era un loco o algo peor. Escarnécele como a un insensato, escúpelo y mátalo como a un demonio; o cae a sus pies y proclámalo como Señor y Dios. Pero no asumamos la actitud condescendiente de decir que fue un gran maestro de la humanidad. El no nos proporciona campo para tal actitud. No fue eso lo que El intentó.»