UNA CARTA DE LUTERO

Autor artículo: 
Lutero, Martín

Publicamos, en esta ocasión, una breve carta que Lutero, poco después de su conversión, escribió a un monje compañero suyo que, con sinceridad, buscaba la luz del evangelio.

«Me gustaría conocer la situación espiritual de tu corazón, y saber si ya has aprendido a despreciar tu justicia propia, y has empezado a creer y a gozar de la justicia de Cristo. Muchos son los que hoy en día ejercitan todas sus fuerzas para conseguir una justicia y bondad propias; esto es caer en el orgullo. Tales personas no pueden comprender la justicia de Dios, que tan abundantemente y sin precio nos es dada en Cristo. Con sus esfuerzos pretenden conseguir suficientes virtudes y méritos como para convencerse de que un día podrán presentarse delante de Dios por lo que son y han hecho. Pero esto es imposible. Hubo un tiempo en que tanto tú como yo llegamos a creer en tal loca y vana pretensión; y aun en la actualidad debo continuar luchando para verme completamente libre de la misma. Por consiguiente, mi querido hermano, acude a Cristo –a Cristo crucificado. Aprende a cantar sus alabanzas, y, desconfiando de todo lo que es tuyo, acércate a Él y dile: “Señor Jesús, Tú eres mi justicia y yo soy tu pecado; lo que era mío Tú cargaste sobre ti, y lo que era tuyo Tú has puesto sobre mí; aceptaste sobre ti lo que Tú no eras, y me diste a mí lo que yo no era”. Ten cuidado, hermano, no sea que, buscando un alto grado de pureza, te olvides de que todavía eres pecador; recuerda que Cristo vive entre los pecadores; por este motivo descendió de los cielos (morando entre los justos, vino a este mundo a vivir con los pecadores). Medita sin cesar en su amor, y llegarás a experimentar el más apacible consuelo. Si con nuestros esfuerzos y méritos personales pudiéramos obtener la paz, entonces ¿qué necesidad hubo de que Cristo muriese por nosotros? Cuanto más desesperado estés de ti mismo y de tus obras, más paz hallarás en su obra; verás cómo Él te recibe y hace de tu pecado su pecado, y de su justicia tu justicia».