LA IMPORTANCIA DE LAS CONVICCIONES

Autor artículo: 
Machen, J. Gresham

Regresamos con la publicación de una interesante reflexión del famoso teólogo norteamericano J. Gresham Machen, aparecida en una revista a mediados del siglo pasado. En ella nos recuerda que las creencias, lejos de ser irrelevantes, son la causa de la conducta humana, para bien o para mal.

¿Son importantes las convicciones? Hay mucha gente que piensa que no. Tiene poca importancia –nos dicen—lo que el hombre pueda creer. Pero el mero hecho de creer algo no implica, necesariamente, que ese algo corresponda con la realidad.

         En 1889, un novelista francés escribió un libro interesantísimo en el que demostraba que, a pesar de lo que se diga, las convicciones son importantes. Me refiero al libro titulado Le Disciple, escrito por Paul Bourget. Con aquella delicadeza de estilo que tanto distingue a los escritores franceses, el autor nos describe la simple y austera vida de un famoso filósofo y psicólogo –de un hombre completamente sumergido en las cosas de la mente. En lo alto de una escalera, en un cuarto piso, se encontraba su alojamiento. Su existencia cotidiana constituía una rutina invariable: a las seis de la mañana, una tacita de café; a las diez, el desayuno; hasta las doce, un paseo; de doce a cuatro, de nuevo a estudiar; de cuatro a seis, y tres veces por semana, recibía la visita de eruditos y estudiantes; a las seis, la cena; después de un corto paseo, de nuevo a estudiar; y, a las diez en punto, a la cama. En fin, un hombre inofensivo, un sabio entre los sabios, o –como diría su propio criado– «un hombre incapaz de matar una mosca».

            Pero un buen día esta pacífica rutina se rompió bruscamente. El filósofo fue requerido en un interrogatorio judicial. Uno de sus antiguos discípulos había sido acusado de homicidio. Se trataba de un joven sumamente inteligente, que con verdadero entusiasmo había subido aquellos cuatro pisos para absorber lo que él llamaba «doctrinas liberadoras»; y se empapó demasiado de las mismas. En la prisión, escribió una narración de su vida para su venerado maestro. En esta narración, lo abstracto se convierte en concreto y pone al descubierto, de manera terrible, de qué modo actuaron en la vida práctica aquellas «ideas liberadoras».

            Pero la misma tragedia, que de una manera tan viva se describe en este libro, se está haciendo realidad en nuestro tiempo, y a escala gigantesca. Hace cincuenta o veinticinco años, aparecieron ciertas teorías sobre Dios y la Biblia que, para el observador superficial, parecían muy respetables y muy inocentes. ¡Qué atrayente y bueno era aquel viejo modernismo o liberalismo –como eufemísticamente se decía! Pero en nuestros días estamos viendo los resultados del mismo. ¡De qué manera está destruyendo las libertades civiles y religiosas, y deshonrando la dulzura y nobleza del hogar cristiano!

            No nos engañemos. Esta noción de que importa muy poco lo que el hombre pueda creer, esta noción de que lo doctrinal no tiene valor, sino que es la vida lo que cuenta, esta noción –digo—es uno de los errores más diabólicos que se pueden encontrar en todo el arsenal de Satanás.

J. Gresham Machen